Está próxima la celebración de la Navidad y a menudo nos planteamos el período del Adviento como un tiempo en el que nosotros esperamos la venida del Señor. Pero ¿por qué no cambiar por una vez esa perspectiva? ¿Por qué, en vez de intentar nosotros mirar-ver llegar a Dios en este tiempo, no nos dejamos mirar-encontrar por Él? Sí, el Adviento es tiempo de esperanza y alegría. Y si seguimos esperando es porque nuestro Dios es el primero que lo hace: espera a cada uno de nosotros. Nunca deja de soñarnos y de buscarnos con la mayor de las delicadezas, con cuidado, con esmero, con insistencia y paciencia. Dios ha desplegado sus sueños bajo nuestros pies y quiere que le acompañemos en este sueño. Todo lo que necesitas para comenzar está dentro de ti. Lo único que falta es que despiertes el sueño que Dios ha puesto en tu corazón. Todos soñamos y todos tenemos sueños. Los primeros pueden ser fugaces y no ser tan significativos para nuestras vidas. Pero en los otros, que anidan en todo corazón, podemos encontrar un sinfín de posibilidades para construir, para compartir y para comprometernos. Los sueños a lo grande. Tomemos nota de esos sueños; en ellos podemos reconocer una cantidad de oportunidades para despertar, salir hacia los demás (en especial a los que no parecen tener derecho a soñar y hacerlo realidad) y ofrecer la mejor versión de nosotros mismos. En la historia, y a nuestro alrededor, podemos encontrar ejemplos clarísimos de grandes sueños y de grandes soñadores. Sueños de servicio y entrega, de justicia y paz, de fraternidad, de lucha y esperanza. Sueños por los que vale la pena dar la vida. Sueños que inspiran otros soñadores… ¿Estás dispuesto a soñar en grande y dejarte inspirar? ¿Vas a dejar pasar la ocasión de responder a lo que late dentro? En todos germina un sueño, un gran sueño tras el cual orientar la vida. Y frente a las aparentes dificultades que nos impidan vivir con “normalidad” en esta pandemia, dejémonos iluminar por su gracia y luz. Dejemos brillar esa luz y despertemos como lo hicieron en su momento: – María con su gran sueño de ser la madre de Dios. – Marcelino y su gran sueño de construir una comunidad de hermanos Maristas para acercar a Dios en los más pequeños. – Papa Francisco y el “soñemos nuestra casa común” – Isaías siendo el gran protagonista de la esperanza en Adviento. Es el profeta, por excelencia, de la espera soñadora. Y así muchos más….

¡LLENÉMONOS DEL SUEÑO DE DIOS!

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«Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento […] No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos».